el mundo
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«Siento que voy aprendiendo el oficio»
Ruper Ordorika publica un disco rico sonoridades y reivindica la improvisación como herramienta
Ruper Ordorika tiene nuevo disco. Kantuok jartzen ditut (Metak), es el título de su nueva, impecable, elegante y señorial colección de canciones. Una docena de cantos trabajados por el oñatiarra y cedidos en los estudios Katarain de Azkarate a la sabiduría de un trío instrumental foráneo –habitual de la improvisación en la ciudad de Nueva York y compañeros del viaje sin retorno iniciado por Ordorika de unos discos a esta parte– conformado por el guitarrista Ben Monder, el bajista Jonathan Maron y el baterista Kenny Wollensen.

Pregunta.– ¿Y un título tan evidente?
Respuesta.- Estas son las canciones que yo hago. Lo tomé del inicio de una canción tradicional navarra y, a parte de evidente, tiene que ver con el contexto en el que decidí hacer el disco. Tenía el camarote lleno de composiciones y aunque normalmente me tomo más tiempo, sentí el impulso de hacerlo por algunas de las situaciones concretas que hemos pasado la gente euskaldun. Mi aportación es hacer canciones y aquí están.
P.– ¿Cabreo es el término que mejor define el punto de partida de este nuevo trabajo?
R.– No. El mundo euskaldun, en el sentido creativo incluso, vive en una constante defensiva que lleva a una uniformidad absoluta. Se habla de nosotros como de una comunidad menos cuando se trata de reconocerla. Cuando sales a tocar por ahí, como mínimo eres sospechoso y tienes que probar tu inocencia constantemente y fiarte de la sensibilidad de la gente que nos trata estupendamente y habla sólo de lo que yo hago como músico. Son cuestiones que, poco a poco, se van amontonando y provocan una frustración enorme.
P.– ¿Esa es la temática principal de sus nuevo repertorio?
R.– No, todo eso me empujó a hacerlo. Siempre hablo de mi mismo y más en las canciones. Trato de dejar la fuente abierta para que aflore lo más básico, guardando ese aliento para llegar más allá. Rara vez hago canciones sobre un tema previo, en el sentido tópico, de una cuestión concreta.
P.–¿Y estilísticamente?
R.– Son canciones muy diversas. Es un disco muy extenso de tiempos y estilos. He ido hacia un sonido muy de grupo con el que me siento muy tranquilo. Quizás porque he dispuesto de mucho tiempo para pensar y depurar.
P.– ¿Qué le atrae de este trío de instrumentistas americanos?
R.– El resultado y también el propio proceso. La afinidad es tan extraordinaria que las canciones viven. Curiosamente, utilizamos la tecnología para volver a la espontaneidad. Mis canciones me dicen que están muy a gusto y yo lo siento así. Además, quizás por la distancia, tienen una idea superpositiva de venir aquí.
P.– ¿Y le entran vírgenes al repertorio propuesto?
R.– Yo trabajo con anterioridad los temas. Decido las estructuras, los tonos, las armonías y todas esas cuestiones y luego, todos juntos, nos ponemos a tocar. La mayoría de las canciones del disco reflejan la primera toma. Ellos son músicos tan fuertes que nunca lo van a enseñar. Siempre tocan en favor de la canción y no buscan ningún lucimiento personal.
P.– Sus detractores hablan de repetición.
R.– Hay cambios muy notables en mis discos. Desde aquel primero en el que hice canciones sobre textos ajenos hasta el actual en el que escribo las canciones partiendo de músicas con un concepto formal totalmente diferente. Pero como soy el mismo encuentro razonable esa postura.
P.– La improvisación es una manera de hacer converger la frialdad del estudio de grabación con el roce del directo?
R.– Hay mil caminos en la música. La actualidad es muy interesante porque, realmente, no somos capaces de intuir siquiera a donde vamos. Aunque estamos en un momento, aún, muy primitivo, creo que el desarrollo tecnológico nos aporta cosas muy positivas junto a otras que no lo son tanto.
P.– ¿La peor?
R.– La pérdida de papel que tiene la música en si. De haber sido el elemento ritual por excelencia en el mundo tradicional ahora es un lugar común.
P.– ¿Y cómo lo lleva un trovador como usted? El tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos...
R.– Los discos son peldaños. Siento que voy aprendiendo el oficio y una extraña tranquilidad y satisfacción en el aspecto técnico. Vamos bien.

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