El Periódico
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ORDORIKA BUSCA LA LUZ
El cantautor presenta 'Kantuok jartzen ditut' con cuatro músicos en L'Espai
Jordi Bianciotto
LA FICHA
Local: L'Espai
Fecha: Viernes, 19. 22.00 horas.
Precio: 15 euros

Ruper Ordorika aparece periódicamente por Barcelona con sus gafas de montura negra y esos cargamentos de canciones desamparadas y misteriosas. Las últimas son las de Kantuok jartzen ditut, el disco que lanzó a finales del 2003 y que supone una álgida exhibición de madurez. Esta noche revelará sus secretos en L'Espai. Casi 25 años de carrera en los márgenes del show business oficial, con trabajos tan respetables como Ez da posible y So 'ik so, han colocado a Ruper Ordorika en una posición de artista de culto doblemente resistente: por su propia apuesta estética y por la elección del euskera como lengua de expresión. Lo tiene asumido, sin quejas ni poses heroicas. Lo suyo es trabajar. Tejer sus canciones con mimo en el estudio, desplegando un mundo poético vulnerable, lleno de dudas sabias y zonas de sombra emocional.

CONEXIÓN NEOYORQUINA

En Kantuok jartzen ditut (que significa Éstas son mis canciones), ha vuelto a acudir a sus amigos neoyorquinos, siguiendo el hilo de su amistad con Fernando Saunders, bajista de Lou Reed. Esta vez, Saunders no ha podido tomar parte en el disco y ha sido suplido por Jonathan Maron, a los que se unen los habituales Ben Moder (guitarra) y el prodigado batería Kenny Wollesen (que tocado con Tom Waits, Bill Frisell y Ron Sexsmith, entre otros muchos). Músicos procedentes del entorno del jazz de vanguardia que matizan con condimentos siempre inteligentes las canciones de Ordorika, y que por razones de agenda no pueden acompañarle en sus actuaciones (hoy, en L'Espai, le acompañará el cuarteto habitual de sus giras). Contribuyen, sin embargo, a afilar y hacer aún un poco más enigmáticas unas composiciones que preservan un poso de rock de autor loureediano, y que, al mismo tiempo, no se desentienden de la raíz popular.

"Me gusta mantener el primer aliento de las canciones, sin retocarlas", explicaba a este diario con motivo de la edición del disco. Así es el método de este creador de Oñati (Guipúzcoa), que durante años ha mantenido una carrera paralela en el ahora aparcado grupo de folk Hiru Truku, y cuyo trabajo muestra un sello individual intransferible. Canciones que suponen la antítesis del esteticismo, que buscan y huyen de la emoción a través materiales nobles, con acordes secos y una voz narrativa en la que nada desentona. Y textos con firma propia y de autores como Bernardo Atxaga o, en el último disco, Joseba Sarrionandia, que calan hondo y manifiestan una debilidad humanista de calado casi terapéutico. "Quisiera hacer canciones suaves / Sol para el que está en terreno sombrío", canta Ordorika en Zaindu maite duzun hori (Cuida eso que quieres). En el fondo, ya lo hace

Jordi Bianciotto