El Mundo
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Teatro Arriaga (Bilbao).
Música / Kantuok jartzen ditut (****)
Cuida eso que quieres
Intérpretes: Ruper Ordorika (guitarra y voz),
Dani Pérez (guitarra),
Javier Antoñana (guitarra),
Nando De La Casa (batería),
Alberto De La Casa (bajo)
y Virginia De La Casa (coros).
Escenario: Teatro Arriaga (Bilbao).
Fecha: 13.12.03.

«Opiniones maduras / opiniones arrogantes / sobre nuestro país./ Día y noche charlan / sobre nuestro país./ También yo quisiera / tener certezas tan grandes./ Pero así son las cosas / las cuentas no me salen./ Menuda suerte / la de los que son de todas partes / pasan volando sobre la maleza./ Nadie me dijo / lo complicado que es ser vasco / nadie me dijo que era mejor / elegir ser ciudadano del mundo», canta -¿o denuncia?- Ruper Ordorika en el single más redondo de su última entrega disquera, Kantuok jartzen ditut (Metak). excusa de su presentación formal en la capital vizcaína bajo el patrocinio del cuarto ciclo Udagoieneko ostera de Topagunea.

Ese canto redondo comparte título con estas líneas (Zaindu maite duzun hori / Cuida eso que quieres) y refleja la actualidad de este artista grande que responde al nombre de Ruper Ordorika, quien, por otra parte, forma parte inseparable de eso que muchos –el teatro estaba hasta la bandera- queremos. Lleva dos décadas superando las barreras del sonido con los (fluctuantes) Mugalaris aunque, al contrario que los estilizadísimos y supersónicos pájaros de hierro creados por la ingeniería aeronáutica, el de Oñate ha encontrado su propio ritmo. Una cadencia sigilosa pero constante que le ha permitido pulir la piedra filosofal de su propia creatividad. Y el granito de antaño, única materia prima disponible entonces por estos lares para todo aquel que se echara al monte con una guitarra al hombro, allá por el epílogo de los setenta, ha sabido transformarlo en gemas de alta cotización en el mercado más alejado de los valores contemporáneos.

Ordorika conoce la senda que comunica la aldea y la ciudad. La ha recorrido en infinidad de ocasiones. Y lo ha hecho en ambos sentidos. Aún no ha decidido donde plantar sus seis cuerdas y, por lo que canta con esa tímbrica tan personal como embaucadora, no piensa resolver el enigma, por ahora. Hace bien. Parte de la tradición –que no antigüedad- para renovar sus apoyos y reinventarse a si mismo cada cierto tiempo en praderas tan infinitas como el rock, el soul y el jazz. Sus cantos, antes apoyados por la prosa de autores cercanos como Sarrionaindia o Atxaga y ahora cada vez más propios, no necesitan de artificios externos para brillar con personalidad propia. Son: marca De La Casa (en honor a los veteranos Mugalaris).

Como fruto de esa sobriedad tan suya hay que entender el minimalismo escénico con que Ordorika presentó su nueva colección en el botxo. Reivindicó el oficio con canciones y los contados trucos escénicos (algún solo más necesario que deslumbrante) cayeron en manos de sus aguerridos compañeros. Y el repertorio, dio para eso y mucho más. Notable en conjunto, con un puñado de números sobresalientes (Euria lagun, Kantuaren gauza galdua, Martín Larralde, Haize goxoarena, Crack) que van camino del clasicismo alcanzado por Ene begiek y el final predecible de Nor da?, Ordorika se metió el teatro en el bolsillo para avanzar hacia esa meta que sólo él conoce aunque desvela (veladamente) en cada disco y en cada concierto. ¡Cuidate!

Aitzol San Sebastian.