esquinalatina.com (Zona de Obras)
------------------------------------------------------------------------
Canciones de redención
Ruper lleva una docena de discos grabados a lo largo de casi 25 años de trayectoria, que le han convertido en referente imprescindible de la canción en euskera. En su nuevo álbum, Kantuok jartzen ditut, ha vuelto a acompañarse de músicos neoyorquinos con excelentes resultados, demostrando de paso que las barreras idiomáticas no son tales cuando hay voluntad de entendimiento y se habla un lenguaje musical común.

Él mismo se considera un cantante "no homologable", y es que no resulta nada fácil ubicarle en una categoría determinada; es un cantautor, sí, pero más cercano al rock que a la canción tradicional, o la política, o el folk, aunque todo ello -y el jazz, y el blues, y la literatura- forma parte de su equipaje artístico y cultural. Kantuok jartzen ditut (algo así como Estas son mis canciones) es su nuevo trabajo, una primorosa colección de temas que desde la reflexión personal trascienden hacia la crónica de un tiempo, un país y sus gentes. En lo musical, el álbum ahonda en las líneas maestras trazadas en el precedente Hurrengo goizean, dentro de una sonoridad eléctrica en la que las canciones de Ordorika respiran libremente y fluyen con naturalidad. Quería continuar con el mismo método, sobre todo, conviene su autor. Tomé algunas decisiones previas para que hubiera cierta distancia con el anterior, como usar diferentes materiales, pero el proceso es el mismo. Tengo la impresión de que estoy en un terreno que les gusta a mis canciones, y he querido ir un poco más allá. El disco anterior era más de ambientes, y en éste hemos tirado más a sonido de grupo.

Unas canciones que, dentro de su aparente sobriedad y pese a unos tratamientos sonoros más crudos que sofisticados, dan la impresión de estar muy depuradas. Como decía un amigo mío, para escribir bien hay que tener un lápiz y, sobre todo, una goma de borrar. Yo estoy un poco en ese proceso, pero también tengo la idea de tratar de preservar sobre todo el aliento inicial, es lo que intento cuando grabo con músicos como éstos, que vienen del mundo de la improvisación; preservar ese impulso y luego trabajarlo, claro, porque los discos no salen porque sí, tienen su elaboración pero tratando de conservar esa energía

AFINIDADES NEOYORQUINAS

Los músicos a quienes se refiere Ruper son el guitarrista Ben Monder, el batería Kenny Wollesen y el bajista Jonathan Maron, todos ellos de acreditado prestigio en la escena del downtown neoyorquino. Ya es mi cuarto disco con Ben y el tercero con Kenny. Nos reunimos aquí sin que previamente hayan oído las canciones. En este caso, una semana antes le mandé a Ben una copia cantando yo solo, pero en los otros discos ni siquiera eso. Me gusta mucho el resultado y el proceso en sí, me saca de mí mismo, veo que las canciones viven y eso me atrae mucho. Apenas ensayamos; nos juntamos en la sala y grabamos las bases, normalmente casi todo son tomas a la primera, o casi.
Ello nos lleva al asunto del idioma; mientras en España parece indudable que el uso del euskera limita la proyección de Ordorika fuera del territorio vasco, a estos músicos neoyorquinos les importa un pimiento que cante en euskera o en español, puesto que no entienden ninguna de las dos lenguas. Conclusión: que si acuden a la llamada de Ruper para colaborar con él, será sencillamente porque les gusta su música, sin atender a más prejuicios...

Siempre he dicho que la música tiene la virtud de ir más allá de la comprensión palabra por palabra, como demuestra la realidad de cada día: nos pasamos el rato escuchando canciones que no entendemos. En este caso, es una demostración de afinidad musical. Yo cuando estuve viviendo en Estados Unidos veía a todos estos músicos del mundo de la improvisación, de los márgenes del jazz, que tienen mucho que ver con unas determinadas vanguardias, y me surgió la inquietud de cómo sonarían mis canciones tocadas por gente así.

Curiosamente, hay muchas lecciones que se sacan de eso: una de ellas, que el músico cuando es más grande menos se preocupa de demostrarlo, va más a que la canción encuentre su terreno y a disfrutar el momento de grabar. Lo que sucede, por otro lado, es que cantar en euskera te convierte en un cantante directamente no homologado, te coloca un poco en el mismo cajón que un músico de improvisación de piano de Calatayud, o de donde fuere; porque el mercado está muy homologado por directrices que todos sabemos hace mucho tiempo.

SAN NADA ES IMPOSIBLE
Entrando en materia de los contenidos líricos/literarios del álbum, encontramos un tema con los siguientes versos: "Nadie me dijo / lo complicado que es ser vasco, / nadie me dijo / que es mejor elegir ser ciudadano del mundo. / Y me dicen así: / ¿Qué son esas historias de amor? / La convivencia está en peligro / y tú con tus cancioncitas." ¿Acaso le han hecho a Ruper críticas de ese estilo, le han exigido un mayor compromiso político? Ahora mismo mi sitio está muy claro dentro de la canción vasca y yo encuentro mucha receptividad dentro de lo que cabe, claro, en el estilo que yo hago. Es un comentario que no quiere entrar muy en profundidad pero sí hablar de algo que planea, es una canción acerca del papel nuestro cantando en momentos malos para la lírica, que decía Brecht. Simplemente plantea esa cuestión, no es que me hayan dicho eso exactamente, pero sí creo que hay mucha gente que sigue pensando en esos términos acerca de lo creativo, si es gratuito o no. A mí me gustan mucho las canciones que tienen algo de balsámico, las "redemption songs" de Bob Marley, y ésta va un poco en ese sentido.

Hay otra canción en el disco de hermoso título: Done ezer ezdaezinezko, traducido San Nada es imposible, que parece una invitación al optimismo. Lo es, es lo que yo quiero dar, de ahí el título de Éstas son mis canciones. Pienso que es mi aportación posible, eso que se suele decir de que la canción está siempre en la solución; no porque sea la gran llave de nada, sino porque está en lo creativo y en algo que es muy primordial, como cantar, y eso exige comunicación, todo lo que está en la solución de las cosas. Si habláramos más a fondo descubrirías que quizá no soy tan optimista, pero ahí me permito ironizar superficialmente acerca de esta idea que también existe: que si tú tienes unos afectos, a veces desmedidos, hay que reconocerlo, por tu cultura y por tu origen, estás en contra del progreso. Y yo estoy convencido de que es exactamente al contrario, no hay mundialización posible sin respeto a las minorías.